Espiritualidad de la cruz
Conchita escribió lo que Jesús le dijo:
Fuente:
Familia de la Cruz
Estando en la oración
después de comulgar, (Jesús) me dijo así:
Prepárate para el día que la Iglesia celebra la Encarnación del
Divino Verbo; en ese día bajé a unirme con María tomando carne en su
purísimo seno, para salvar al mundo.
Ese día quiero unirme espiritualmente con tu alma y darte una nueva
vida, vida divina e inmortal, en el tiempo y en la eternidad...
Prepárate, purifícate, límpiate, porque es muy grande, muy grande el
beneficio que se te prepara. (CC 9,33-35: 17 febrero 1897)
El Espíritu Santo,
en un acto de amor crecidísimo, engendra en el alma al Verbo... y
entonces, hace verdaderamente de aquella alma sus delicias, habitando
en ella y poseyéndola. (CC 23,35-45: 10 julio 1906)
Al encarnar el Verbo en las almas, la Trinidad antes las llena de
gracias sobre gracias, de luces sobre luces, de amor y de dolor .
( CC 23,172-180: 23 julio 1906)
Para esta clase tan subida de gracias, Yo antes hago pasar al alma
por mil crisoles; y bañándola con la superabundancia de mis gracias,
la preparo a esta altísima unión en que la Pureza, no puede unirse con
lo manchado . (CC 24,61-68: agosto 1906)
Encarnación mística,
25 de Marzo del 1906:
Antes
de la Misa, postrada ante el Sagrario, me humillé cuanto pude, delante
de mi Jesús; le pedí perdón, renové mis votos: le ofrecí no llenar mi
corazón así de tierra como hasta aquí y así, VACÍA, lo recibí en la
Comunión .
Conque, en los primeros «mementos» de la Misa, voy sintiendo la
presencia de mi Jesús junto de mí, y escuchando su divina voz que me
dijo :
- «Aquí estoy» (me dijo el Señor), «quiero encarnar en tu
corazón místicamente. Yo cumplo lo que ofrezco; he venido preparándote
de mil modos, y ha llegado el momento de cumplir mi promesa, RECÍBEME».
(Y yo sentí un gozo con vergüenza indecible. Pensé que ya lo había
recibido en la Comunión, pero Él, como adivinándome, continuó).
- No es así; de otro modo, además, hoy me has recibido. Tomo
posesión de tu corazón; me encarno místicamente en él, para no
separarme jamás.
Ésta es una gracia muy grande que te viene preparando mi bondad;
humíllate y agradécela . (CC 22,167-177: 25 marzo 1906).
1906
Tienes contigo a la sacrosanta Víctima del Calvario y de la
Eucaristía, la cual puedes ofrecer constantemente al Eterno
Padre por la salvación del mundo. Éste es el fruto más precioso del
grande favor que he obrado en ti al encarnar en tu corazón. Te he dado
lo más grande del cielo y de la tierra, a Mí mismo, con este fin. Tú
nada tienes de ti misma, pero Conmigo lo tienes todo. ¿Ahora entiendes
el porqué de la gracia pasada?
Sí, mi Jesús adorado: ahora veo que para cumplir mi misión de salvar
almas sólo teniéndote a Ti sólo ofreciéndote a Ti lo conseguiré.
Ahora sí, mi sed de salvar almas se saciará, al menos estaré cierta de
que con ese PRECIO sí se compran las gracias para ellas. (...) Ahora
sí, que soy feliz en mi misma miseria, porque no soy yo la que compra,
la que obra, la que vive, sino JESÚS EN MÍ... el VERBO EN MÍ... Dios
haciéndolo TODO en su pobre criatura. ¡Bendito mil veces sea! (CC
22,408-416: 21 julio 1906)
En mi unión ofrécete y ofréceme en cada instante al Eterno
Padre con el fin tan noble de salvar a las almas, y darle gloria.
( CC 22,408-416: 21 julio 1906
1909
Hija mía, me dijo. Quiero que digas a menudo, y sobre
todo en tus dolores, estas palabras, con una voluntad amorosa, «este
es mi cuerpo, esta es mi sangre», ofreciéndote al Eterno Padre en
mi unión. ¿No recuerdas que eres hostia y que debes ser víctima?
Mira, desde la encarnación mística, tu cuerpo es como mi Cuerpo y
tu sangre como mi Sangre, porque Yo tengo la propiedad de transformar.
(CC 32,119-126: 22 febrero 1909).
1917
María desde la Encarnación, repetía al Eterno Padre, en un acto
continuado de amor, y refiriéndose a Mí en Ella, «Este es mi Cuerpo,
esta es mi Sangre», clamando por la salvación del mundo. Que al
repetir estas palabras, lo hagan en mi unión, sí, pero también
pensando en mi Madre que me dio ese Cuerpo y esa Sangre: en mi
Madre que desde la Encarnación, se ofrecía y me ofrecía . (CC
41,355-359: 8 julio 1917).
1924
La encarnación mística es una gracia transformativa,
en el sentido de asimilar a la criatura con su Modelo, que soy Yo. Es
gracia transformante, unitiva (CC 45,435: 11de
diciembre de 1924)
1925
Al obrarse la transformación del alma en Jesús, (que para
ayudar a esto es la encarnación mística) viene también a ser el
Espíritu Santo, el espíritu de la criatura, en más o menos grados,
según la intensidad y escala de la transformación, la cual, depende en
mucho de la correspondencia del alma en las virtudes. Absorbiendo pues
el Espíritu Santo al espíritu de la criatura en la transformación, la
llena de ese amor purísimo que es Él y entonces, con ese amor mismo,
ama la criatura al Divino Verbo, es decir, con el amor mismo con que
lo ama y se ama el Padre, con la perfección del amor (CC
45,206-208: 3 Julio 1925).
1926
Tu amor para con las almas también debe ser el Espíritu Santo ,
que es Amor; y con Él, debes amarlas como a Mí; y con ese amor, amarme
a Mí y a ellas, sin salir de Mí. Porque mi amor a las almas, es el
mismo con que amo a mi Padre, y quiero que ese mismo amor sea el tuyo
(CC 47,30-32: 18 julio 1926).
1927
Por la derivación de la gracia de la encarnación mística,
participas en cierto sentido también de la Fecundación de la Iglesia,
que también es Madre (CC 49,386: 3 diciembre 1927)
En el corazón de una madre, con todo derecho deben repercutir los
latidos del corazón del hijo. Debe repercutir en tu alma, mi pureza,
mi humildad, mis virtudes, mis sacrificios, pero también, ¿sabes qué?
mis dolores por las ingratitudes del mundo, mis hondas penas por los
pecados de mis sacerdotes: esta sí que es alianza entre tu corazón y
el mío, de mis amores y de mis dolores, la más estrecha de hijo a
madre ( CC 48,248-249: 10 septiembre 1927)
1928
En esa maternidad espiritual o aceptación plena de los
sacerdotes, para inmolarte en su favor, deben entrar también desde el
Papa, los cardenales, arzobispos y obispos, párrocos y sacerdotes.
Porque toda la jerarquía eclesiástica forman un solo sacerdocio con el
Sacerdote eterno. Pero no te espantes, pues que esto es sólo una
manera de exteriorizar mis planes en ti, acentuándolos; pero al
recibirme tú en la encarnación mística en tu alma, me recibiste a Mí y
en Mí a la Iglesia con todos sus sacerdotes (CC 53,33-40: 29
noviembre 1928)
1935
Y ahora, sin quitarle un ápice a estas gracias, debes
encaminarlo todo, a la gloria de mi Padre amado. Que todo en ti, en tu
cuerpo y en tu alma, tenga este santo fin: la gloria de mi Padre.
Simplifica estos actos en un solo amor al ejecutarlos, con un solo
colorido, de manera que, sin dejar de hacerlos, todos converjan a la
unidad en su sustancia: ¡ la gloria de mi Padre ! (CC 64,94-95: 29
octubre 1935).
Por esto mismo, lo que ofrezcas en adelante para la gloria del
Padre, vuelve a los sacerdotes, a quienes perteneces, convertido en
gracias para sus almas.
Aquí tienes cómo una cosa no impide la otra. Tú, olvidada de ti y
transformada en Mí por la Encarnación Mística, lo ofreces todo, lo
sufres todo, perdida en Mí, por la gloria de mi Padre, y Yo mismo
dorando esos actos, más o menos vivos, intensos y ardorosos, los
convierto en gracias para los sacerdotes y para las almas (CC
62,54-56: 23 octubre 1935).
Encarnación mística - Explicación
La
Encarnación de Cristo es un evento singular: El Verbo eterno se hizo
carne (se hizo hombre), por obra del Espíritu Santo, en el vientre de
María Santísima. Ocurrió una vez para siempre.
Sin embargo, el Verbo se encarnó para llamar a todos los hombres
a unirse a El, con una unión real, íntima y misteriosa. Por el
bautismo Dios reproduce en ellos la imagen
de su Hijo (Cf. Romanos 8,29). Cristo es
engendrado espiritualmente, continuando en la Iglesia el misterio de
la encarnación.
Cristo
se desposa con la Iglesia y por medio de ella El desea desposarse con
toda la humanidad. San Pablo compara la relación de Cristo y la
Iglesia con la relación entre el marido y su esposa: "el que ama a
su mujer a sí mismo se ama, y nadie aborrece jamás su propia carne,
sino que la alimenta y la cuida como Cristo ama a su Iglesia, pues
somos miembros de su cuerpo" (Ef 5,28-30)
El
bautizado entra en unión con Cristo y su Iglesia. Es una nueva
creación en Cristo, participa en Su vida y continua Su obra redentora.
Es miembro de Su Cuerpo Místico.
La
encarnación mística es una gracia de orden místico. La gracia del
bautismo por la que somos unimos con Cristo llega a un grado
extraordinario. Experimentan personalmente la unión nupcial de Cristo
con la Iglesia. Viven una participación extraordinaria del misterio de
la encarnación, a imagen de María, pero en forma mística.
La
venerable Concepción Cabrera de Armida recibió la Encarnación Mística.
Jesús le dijo:
La
encarnación mística es una gracia transformativa, en el sentido de
asimilar a la criatura con su Modelo, que soy Yo. Es gracia
transformante, unitiva (CC
45,435: 11de diciembre de 1924)
(Agradecemos a
www.corazones.org
por este material)
Oración
Padre Celestial, concédeme por tu bondad la gracia de . . . . ,
que confiadamente te pido por intercesión de la Venerable
Concepción Cabrera de Armida, laica y mística. Glorifica en la
tierra a tu Sierva y haz que a la luz de su vida aumente el
número de laicos, religiosos y sacerdotes transformados en tu
Hijo Jesucristo, Sacerdote y Víctima, para mayor gloria de la
Trinidad, santidad de la Iglesia y construcción del Reino de
Dios. Amén.